“No creo en la Psicología”. En todo el tiempo que llevo trabajando como Psicóloga he escuchado en multitud de ocasiones la repetida frase “no creo en la Psicología”. Ante esta afirmación, una se queda paralizada, pensando en cuanto daño han hecho todas aquellas disciplinas pseudocientíficas que la gente suele confundir con la Psicología; muchos compañeros/as de profesión sabrán a qué me refiero.
Ante esta desinformación es necesario ofrecer datos objetivos que la discutan. Lo primero es definir qué es una creencia. La RAE define creencia como “tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado”. Es decir, dar por verdadero algo que no está comprobado que lo sea. Así, podríamos tener creencias sobre todo aquello que no se ha demostrado que sea verdad. En este marco tienen cabida creencias sobre la existencia de dios, alienígenas o seres mitológicos, por citar algunos ejemplos.
Sin embargo la Psicología no es una creencia sobre las cosas, sino una ciencia.
La Psicología se estableció como ciencia a finales del siglo XIX, en Alemania, donde Wilhelm Wundt creó el primer laboratorio de Psicología. Desde entonces se considera a la Psicología una disciplina científica.
¿Por qué es la Psicología una disciplina científica?
Para calificar una disciplina como ciencia son necesarias varias premisas que deben cumplirse.
En primer lugar obtener el conocimiento a partir de una metodología precisa, el llamado método científico. En Psicología se utiliza el método científico, en concreto el método hipotético-deductivo. Este método se basa en la observación de un fenómeno concreto a estudiar, la creación de una hipótesis plausible que lo explique, la deducción de las consecuencias derivadas de la hipótesis y por último la contrastación, el verificar o refutar la hipótesis planteada.
Por otro lado una ciencia debe tener un cuerpo de conocimientos y fundamentos generales a aplicar, y la Psicología los tiene.
¿Cómo se trabaja en el ámbito clínico desde una perspectiva científica?
Si tenemos en cuenta la explicación anterior mucho de lo que pensamos que es Psicología científica no lo es, y estamos en lo cierto. El Psicoanálisis no lo es. El coaching no lo es. Las psicoterapias alternativas no lo son. Esto quiere decir que no hay ninguna prueba que avale sus resultados.
Por suerte muchos de los profesionales que nos dedicamos a la Psicología si utilizamos el método científico. Lo primero que hacemos es recoger datos de la persona que viene a consulta y analizar la relación que tienen con su problema. Todo esto lo hacemos desde el cuerpo teórico correspondiente utilizando datos empíricos, contrastados y fiables. A continuación establecemos una hipótesis, una teoría de porqué se está dando el problema dado y que variables y factores intervienen en el. Por último aplicamos un tratamiento que funcione. Tiene que ser un tratamiento avalado por diferentes estudios, es decir, que se haya comprobado que funciona para el caso que tenemos entre las manos. Esto quiere decir que no podemos utilizar un tratamiento simplemente por moda, por estar en auge en determinado momento, o por demanda social. Por ejemplo, en la época en la que estaba en boga la hipnosis utilizarla sistemáticamente para casi cualquier caso, sin tener constancia de que funciona y hacerlo simplemente por marketing. Hoy en día esto ocurre con los tratamientos basados en el mindfullness, la meditación o el famoso coaching. Así pues, todo tratamiento psicológico debe estar basado es estudios que nos digan que funciona, y si no funciona es necesario desecharlo y utilizar otra cosa.
¿Debería creer entonces en la Psicología?
De acuerdo a todo esto ¿deberíamos creer entonces en la Psicología?
La respuesta es no. No, porque sabemos qué es lo que funciona. No, porque sabemos para quién funciona y no, porque sabemos sobre qué elementos funciona. En la ciencia no es necesario creer, sabemos que lo que nos expone es de sobra cierto.
“El que sabe, no puede creer. El que cree no puede saber.”
Ernest Borneman
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