Nadie hace ascos a unas buenas vacaciones, sobre todo cuando el calor empieza a apretar y el peso de una temporada trabajando a todo tren se hace demasiado pesado. Además la mayor parte de los estudios realizados en torno a este tema, demuestran los beneficios, tanto a nivel físico como mental, de las vacaciones.
Algunos de los efectos que más documentados están son estos:
- Las vacaciones disminuyen el nivel de estrés percibido. Tan sólo es necesario una semana de vacaciones para que el nivel de estrés se reduzca. Cuando disponemos de unos días de descanso es más fácil desconectar de los problemas del día a día, ya sean laborales o personales. El contexto ayuda bastante, ya que estar en otro ambiente diferente al habitual hace que no sólo nos alejemos físicamente de nuestro entorno, si no que tomemos también distancia mental de las complicaciones cotidianas. Pero todo esto tiene matizaciones, ya que influye el tipo y duración de las vacaciones, reduciéndose de manera más acusada el estrés a mayor duración de estas y en entornos que no sean el habitual en temporada laboral.
- Las vacaciones tienen un efecto protector ante la depresión. Cuando disfrutamos de unos días libres y disponemos de tiempo para dedicar a actividades de ocio nos estamos haciendo un gran favor, ya que nos cargamos las pilas ante futuros problemas y/o acontecimientos negativos. Sin embargo no podemos restringir el ocio al periodo vacacional y el resto del año dedicarnos en exclusiva a las obligaciones que tengamos. Lo ideal, siempre que sea posible, es tener periodos cortos de vacaciones repartidos durante todo el año.
- Las vacaciones aumentan la productividad, la creatividad y la concentración. Durante el periodo laboral estamos centrados en todo lo referente al trabajo, queremos hacer las cosas bien, rendir al máximo y por tanto concentramos todos nuestros esfuerzos en ese objetivo. Podríamos decir que el cerebro está muy activo pero implicándose únicamente en una estimulación determinada. Sin embargo, cuando estamos disfrutando de las vacaciones, el cerebro no deja de estar activo, si no que se ponen en marcha nuevas áreas en respuesta a otro tipo de estimulación, produciéndose un aumento de nuevas ideas y de creatividad. A su vez las vacaciones contribuyen a reparar nuestro cuerpo y mente produciéndose un aumento de la concentración.
- Las vacaciones mejoran la calidad del sueño y del sistema inmune. No todo son beneficios psicológicos lo que nos aportan las vacaciones, sino que nuestro cuerpo se beneficia también de ellas. En vacaciones nuestro sueño es generalmente de mayor calidad, dormimos más horas y el sueño es más reparador que en temporada laboral. Además nuestro sistema inmunológico se fortalece previniendo posibles enfermedades futuras.
- Las vacaciones mejoran el estado de ánimo. El estado de ánimo tiene mucho que ver con las cosas que hacemos, con el tipo de actividades a las que dediquemos nuestro tiempo. Si uno emplea su tiempo en hacer cosas que le son agradables y disfruta, su humor se verá beneficiado. En cambio si no tenemos apenas hobbies y todo nuestro tiempo está dedicado a obligaciones que no motivan y no se disfrutan, el estado de ánimo será consecuentemente más bajo. Así pues, es lógico pensar que en las vacaciones tiende a mejorar nuestro estado de ánimo, al dedicar tiempo al ocio, relaciones sociales y actividades que nos hacen sentir bien.
Cosas a tener en cuenta para disfrutar al máximo nuestras vacaciones:
Por desgracia, las vacaciones suelen ser bastante cortas. Las obligaciones nos llaman de vuelta a la rutina y tenemos que abandonar todo ese tiempo de ocio y disfrute. Teniendo esto en cuenta lo ideal es rentabilizarlas al máximo y tratar de no caer en una serie de errores que nos pueden arruinar ese tiempo tan codiciado.
Uno de estos errores es la programación excesiva. Las vacaciones son un periodo en el que podemos ser más laxos en cuanto a horarios y rutinas. No es necesario madrugar o acostarse pronto todos los días como si estuviéramos anclados a nuestra rutina habitual. Si somos flexibles y nos adaptamos a los planes que vayan surgiendo aprovecharemos más nuestras vacaciones. Además debemos permitirnos improvisar, no tener miedo de dejar volar la imaginación y hacer lo que nos apetezca en cada momento.
Es muy importante también evitar hablar de temas laborales o problemas que nos inquieten. Ahora es un tiempo de desconexión, de disfrute, y aunque no podemos deshacernos de esas complicaciones que nos carcomen la cabeza, sí que podemos dejarlas a un lado unos días, centrarse en disfrutar, y al volver enfrentarse a todo lo que nos preocupe con más fuerza que antes de irnos.
Por último siempre es recomendable preparar la vuelta a la rutina. Podemos volver unos días antes, ir adquiriendo progresivamente horarios, pautas y ponernos al día con asuntos que habíamos retrasado. De esta forma la entrada al nuevo curso escolar/laboral será un poco menos dura y evitaremos el llamado síndrome postvacacional.
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